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10/04/2024

La vida es cómo un libro lleno de capítulos

La vida, ese libro de incontables hojas, 

un compendio de capítulos, cada uno una era, 

donde el alma, pluma en mano, traza y cojea, 

narrando en tintas de tiempo sus alegrías, y sus congojas.

 

Capítulo tras capítulo, las páginas se revelan, 

no como un mero relato, sino un vasto aprendizaje. 

Cada uno debe cerrarse, con su propio equipaje, 

y en la biblioteca del ser, pacientemente se sellan.

 

No es posible, no es prudente reescribir lo vivido, 

cada episodio sellado es un peldaño ascendido. 

Mirar atrás, sí, para aprender, no para volver, 

pues cada capítulo cerrado es un firme deber.

 

El libro de la vida no admite enmiendas ni tachaduras, 

sus capítulos concluidos son lecciones, no ataduras. 

Y aunque la nostalgia a veces nos invite a regresar, 

es en el avance donde se encuentra el verdadero hogar.

 

El primer capítulo, la infancia, un jardín de inocencia, 

donde cada risa y llanto esculpe la futura esencia. 

Se cierra suavemente, con un suspiro de añoranza, 

más abrir el siguiente es nuestra única esperanza.

 

La juventud, ese torbellino de pasiones y desvelos, 

capítulo de descubrimientos, de sueños y de vuelos. 

Con fuerza se cierra, con la madurez en el umbral, 

cada error, cada triunfo, ya parte del anecdotario personal.

 

Y así, cada etapa, como capítulos, se suceden, 

la adultez, la vejez, con sus matices que nos moldean. 

Cerrarlas es necesario, para que nuevas se presenten, 

y con ellas, otras historias, otras verdades que se asolean.

 

Cada capítulo tiene su inicio y su fin marcado, 

una estructura, un ritmo, un desenlace esperado. 

Intentar volver atrás es desafiar la esencia de la vida, 

es ignorar que cada cierre es una nueva partida.

 

La vida, ese libro, se escribe solo hacia delante, 

donde cada capítulo cerrado nos hace más gigante. 

No hay pluma que borre, no hay tinta que retroceda, 

solo un camino por delante, solo una próxima vereda.

 

Por tanto, abracemos cada capítulo concluido, 

como un tesoro, como un bien ya obtenido. 

La vida avanza, y con ella, nuestra historia sin igual, 

cada capítulo cerrado, un paso más en este viaje astral.

 

No busquemos reescribir, pero sí reflexionar, 

cada capítulo vivido nos enseña a caminar. 

Y al final, cuando el último capítulo se acerque, 

podremos mirar atrás y ver una obra de arte, no un derroche.

 

La vida, ese libro, con sus capítulos en fila, 

es un testimonio de nuestra esencia, nuestra argamasa. 

No hay marcha atrás, únicamente la belleza de seguir la brasa, 

hasta que la última página, con gratitud, se asila. 

 

En conclusión, cada capítulo de nuestra vida es inmutable, 

un segmento del tiempo que nos hace irremplazable. 

Cerrémoslos con honor, abramos los siguientes con valor, 

pues en la sucesión de estos capítulos reside nuestro mayor tesoro.


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