La vida es cómo un libro lleno de capítulos
La vida, ese libro de incontables hojas, un compendio de capítulos, cada uno una era, donde el alma, pluma en mano, traza y cojea, narrando en tintas de tiempo sus alegrías, y sus congojas. Capítulo tras capítulo, las páginas se revelan, no como un mero relato, sino un vasto aprendizaje. Cada uno debe cerrarse, con su propio equipaje, y en la biblioteca del ser, pacientemente se sellan. No es posible, no es prudente reescribir lo vivido, cada episodio sellado es un peldaño ascendido. Mirar atrás, sí, para aprender, no para volver, pues cada capítulo cerrado es un firme deber. El libro de la vida no admite enmiendas ni tachaduras, sus capítulos concluidos son lecciones, no ataduras. Y aunque la nostalgia a veces nos invite a regresar, es en el avance donde se encuentra el verdadero hogar. El primer capítulo, la infancia, un jardín de inocencia, donde cada risa y llanto esculpe la futura esencia. Se cierra suavemente, con