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La vida es cómo un libro lleno de capítulos

La vida, ese libro de incontables hojas,  un compendio de capítulos, cada uno una era,  donde el alma, pluma en mano, traza y cojea,  narrando en tintas de tiempo sus alegrías, y sus congojas.   Capítulo tras capítulo, las páginas se revelan,  no como un mero relato, sino un vasto aprendizaje.  Cada uno debe cerrarse, con su propio equipaje,  y en la biblioteca del ser, pacientemente se sellan.   No es posible, no es prudente reescribir lo vivido,  cada episodio sellado es un peldaño ascendido.  Mirar atrás, sí, para aprender, no para volver,  pues cada capítulo cerrado es un firme deber.   El libro de la vida no admite enmiendas ni tachaduras,  sus capítulos concluidos son lecciones, no ataduras.  Y aunque la nostalgia a veces nos invite a regresar,  es en el avance donde se encuentra el verdadero hogar.   El primer capítulo, la infancia, un jardín de inocencia,  donde cada risa y llanto esculpe la futura esencia.  Se cierra suavemente, con

El amor incondicional

 En el vasto universo del sentir, donde las estrellas son emociones, existe un amor, sin fin ni inicio, que se viste con mil colores. Es un amor que no juzga, ni mide, que no entiende de errores ni razones, es un amor incondicional, tan puro, que se siente hasta en los rincones.   No necesita promesas ni pactos, no requiere de palabras ni canciones, es un amor que, en silencio, se entrega, y en cada latido, te nombra millones.   Es un amor que no pide nada, y a cambio lo entrega todo, es un amor que se hace eterno, que no conoce ni el tiempo ni el modo.   Es un amor que no entiende de barreras, que no conoce de fronteras ni naciones, es un amor que, en cada gesto, se muestra, que se nutre de las más puras emociones.   Un amor que no se agota, que siempre brilla, incluso en los días nublados, un amor que, aunque el mundo se desplome, siempre estará a tu lado.   Es un amor que no tiene límites, que se expande como el universo in

Criaturas nuevas en Cristo

En el corazón de Cristo, un lienzo en blanco, somos, nuevas criaturas nacidas. La esencia de lo viejo, en Su gracia, dejamos, por un futuro prometedor, por Su amor renovamos. Como la mariposa que surge de la crisálida gris, en Cristo transformados, un camino hacia la luz elegimos. Las cadenas del pecado se rompen, ya no existen más, la redención en Su sangre, una nueva vida nos da. Un canto surge del corazón, en aleluya y alabanza, un eco vibrante de la promesa, en la eternidad alcanza. No somos ya lo que fuimos sin Cristo, somos nuevas criaturas, la oscuridad la traspasamos. La fe en Él es semilla, germina en nuestros corazones, traspasa todas las barreras, rompe viejas prisiones. La luz de Su amor nos guía, la esperanza nos fortalece, nuestra identidad se halla en Él, quien nos conoce y reconoce. De raíces profundas y fuertes, crece el árbol de la vida, en su sombra hallamos refugio, de la tormenta despedida. Como criaturas nuevas, en el agua de Su palabra, nos sumergimos, en el nomb

Milagro en el mar

Caminó Jesús sobre el azul mar, en la sombra de la noche, sin temor a naufragar. Sus pies descalzos en la espuma danzaban, un milagro silente, las olas asombraban. Bajo un cielo tachonado de estrellas brillantes, Jesús avanzaba, inmutable ante los mares rugientes. El viento soplaba, y las olas se arremolinaban, más él, sosegado, su senda no abandonaba. "¡Mirad!", exclamó Pedro, la incredulidad en su voz, "El Maestro sobre las aguas, qué divino alboroto nos provocó". Con los ojos desorbitados y el corazón en la boca, observaban sus discípulos este milagro que aflora. La fe y la duda en sus mentes chocaban, mientras el Hijo del Hombre el agua hollaba. Unas palabras suaves de Jesús resonaban, "Tempestades y tormentas, en mi nombre, calmadas". Sobre el mar caminó, con amor y con gracia, un sendero de luz bajo la luna, su pista. Sus huellas en la espuma, efímeras y puras, un eco divino de promesas seguras. Oh, caminante de mares, faro en la negrura, tu andar so

La vida del hombre es como una flor

La vida del hombre es como una flor: cuando sale del vientre de su madre es cómo un botón de rosa, que al abrirse irá creciendo poco a poco hasta alcanzar su máximo florecimiento. Porque, al igual que la flor, el día es como la vida del hombre, tiene un amanecer que es su niñez, y una juventud que es la mañana, que lo conduce al mediodía, que es como la plenitud de su vida. Luego, al llegar la tarde, conforme va pasando el día, su aspecto va decayendo poco a poco para luego marchitarse y esperar que la noche llegué para partir... La vida del hombre,  cómo dicen por ahí es flor de un día...

Las manos

¿Qué son las manos en realidad? ¿Acaso es la voz secreta del corazón? Porque con ellas algunas veces, las cruzamos para pedir perdón sin decir una palabra. O son las manos: el lenguaje de los enamorados para hablar de su amor con caricias… Asimismo con las manos se despide a un amigo diciendo: “adiós”. Y al mismo tiempo se dejan caer de regocijo por su ida o de tristeza por su partida. También , con las manos el músico interpreta la melodía que hace vibrar el corazón, ya sea de tristeza o de alegría o de despecho y agonía.   Pero con las manos muchas veces se clava un puñal o se abofetea un rostro por una traición. Y hasta se puede abrir una puerta que nos lleva al camino de la perdición.        Incluso con las manos se escribe muchas veces una carta para decir adiós, o se firma una sentencia para una separación o se hace una conciliación.   ¿Qué son las manos? Acaso es la voz secreta del corazón…            

Esa fui yo

Esa que bebía todo el día hasta sacarle el diablo a las botellas, y que se veía en un espejo y se reía de sí misma, ¡esa fui yo!   Esa que se escondía en las sombras de su casa, y veía pasar el día con una copa en su mano, ¡esa fui yo!   Esa que dormía horas de horas todo el día y tomaba barbitúricos, y no tenía control de nada ni del tiempo, ¡esa fui yo!   Esa que iba a la consulta del siquiatra solo para hablar de depresión y tener una prescripción legal de drogas, ¡esa fui yo!   Esa que esperaba un milagro para salir de la inmundicia y buscaba la pericia, ¡esa fui yo! Comentario del poema: Las mujeres alcohólicas prefieren esconderse del mundo para tomar, como por ejemplo en su casa. Todo esto, con el propósito de no ir a un bar para tomar a solas y ser criticadas.